miércoles, octubre 18, 2006

LOS MEDIOS Y LAS ELECCIONES





Los medios de comunicación, sobre todo la televisión y aquellos de difusión electrónica, han logrado masificarse a tal punto, que la información llega a todos los rincones del país y del mundo, y a una mayor cantidad de personas de manera casi instantánea.

Lo anterior hace que la práctica de las actividades vinculadas a los medios, en particular el periodismo, deba realizarse necesariamente de manera estricta, rigurosa y profesional, debido a la creciente influencia que por estos días tiene en la formación de la opinión pública.

No obstante, pareciera que el desarrollo de las tecnologías de difusión de la información, no ha sido correspondido con un mayor profesionalismo por parte de quienes ejercen la función periodística y sobre todo de quienes tienen el control de los medios de comunicación.

Esto se ha podido observar con claridad en el último tramo de la campaña electoral, en la que los medios informativos con pocas excepciones, han cubierto las actividades de los candidatos con displicencia, como si no importara. Tal es así, que un medio de difusión capitalino en su versión online, no hizo mención alguna respecto de la realización del debate presidencial y menos aún anunció que podía ser visto por quienes viven en el extranjero a través de las pantallas de CNN en español.

Asimismo, diversos medios de comunicación, particularmente una radio guayaquileña, también en su versión online, se ha dedicado sistemáticamente a tergiversar las declaraciones de los candidatos. En esto último, la mano ha caído con más peso sobre uno de los candidatos, tal vez porque lidera las encuestas y ello molesta a sus titulares, tributarios de intereses mezquinos.

Lo señalado llama la atención y preocupa, pues tales medios, tanto el diario capitalino como la radio guayaquileña, a través de sus formatos online, son los medios que gozan de mayor aceptación por parte de los miles de ecuatorianos que residen en el extranjero, razón por la cual informar acabadamente de todo cuanto tiene que ver con el proceso electoral es su responsabilidad social y moral, más aún, cuando por primera vez en nuestra historia republicana miles de compatriotas residentes en el exterior van participar con su voto y exigen información objetiva, veraz y oportuna.

Connotadísimos columnistas y colaboradores de distintos medios, se han rasgado las vestiduras al escribir sobre lo poco que han dicho los candidatos en sus campañas respecto de temas relevantes como el desempleo, la dolarización, las relaciones internacionales, entre otros. No pretendo afirmar que todos los candidatos hayan efectivamente realizado propuestas claras en relación a esos y otros temas. Pero incluir a todos los candidatos en ese saco, es una manifestación de desinformación por parte de quienes hacen tal afirmación, lo que da cuenta de una escasa acuciosidad investigativa, propia de un mal profesional del periodismo, o bien esconde tras de sí un intento velado de desinformar a la opinión pública, lo que ya no sólo es profesionalmente reprochable, sino que éticamente inaceptable. Ni hablar entonces de las ocasiones en que se han sacado de contexto las declaraciones de alguno de los candidatos, pretendiendo burdamente confundir a la opinión pública.

No sólo los políticos deben estar bajo el escrutinio público, sino también, aquellos que desde sus trincheras y tribunas periodísticas escriben e informan irresponsablemente respecto de lo que hacen, dicen, dejan de hacer o decir los candidatos presidenciales.

En tiempos en los que el acceso a canales informativos se ha masificado, el ejercicio de la actividad periodística debe ser rigurosa, objetiva, profesional, pero sobre todo independiente de los poderes fácticos que desde las sombras han desolado al país y defraudado a su gente.

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